El uso abusivo de los videojuegos es un patrón de conducta y pensamiento en la cual una persona tiene una dependencia excesiva y descontrolada de los videojuegos. En general, esta dependencia no solo se refleja en la intensidad de jugar en cualquier momento, sino también ocasiona dificultades al finalizar una partida, que se manifiestan, por ejemplo, con ataques de ira y fuertes enfados. Este problema puede afectar negativamente la vida personal, social, académica y laboral de quien la padece.

La Organización Mundial de la Salud ha incluido recientemente la adicción a los videojuegos entre sus enfermedades reconocidas. No obstante, la APA (Asociación Americana de Psiquiatría) no la reconoce como un trastorno independiente, ya que esta patología suele estar relacionada con síntomas de otros problemas mentales como son la ansiedad o depresión.

Por otro lado hay que remarcar lo siguiente

• No son los videojuegos los que son negativos en sí mismos para la salud, sino el empleo abusivo que se hace de ellos. Además, los efectos positivos de los videojuegos aparecen ante un uso moderado de los mismos.

  • Por ello, si se ayuda a las personas a usar los videojuegos y las pantallas digitales de una forma moderada, no solo se previene el desarrollo de problemas, sino que también se favorece la aparición de los beneficios.

• El mal empleo de los videojuegos no solo puede afectar a nivel personal, sino a la familia y a los amigos. Pero un buen empleo podría favorecer vínculos familiares o sociales positivos.

  • Es importante involucrar a las familias en este uso adecuado: enseñándoles cómo negociar y establecer límites sanos, ayudándoles a romper mitos hacia los videojuegos, y fomentando familias que jueguen juntas.

Síntomas del uso abusivo

• Obsesión: pensamiento abusivo sobre el videojuego, fantasear constantemente sobre partidas o recordar las que ya se han jugado. Puede llegar a planificar su día en función de cuándo podrá jugar.

• Aislamiento social: falta de comunicación con el exterior, Prefiere pasar tiempo jugando en línea en lugar de interactuar con amigos o familiares. Descuida otras actividades sociales o hobbies que solía disfrutar.

• Pérdida de control: continúa jugando durante largos períodos de tiempo, incluso cuando sabe que debería estar haciendo otras cosas. Ésto le hace descuidarse de sus tareas y actividades del día a día, dejándolas de lado e incluso abandonándolas.

• Negación: niega o minimiza el impacto negativo que el juego tiene en su vida. En este caso desatiende sus relaciones afectivas, familiares o sociales, baja el rendimiento académico o laboral sin darse cuenta y negándolo.

• Problemas físicos y mentales: continúa jugando a pesar de los efectos negativos que éstos tienen en su vida, como la irritación ocular, el dolor de cabeza, de espalda o síndrome del túnel carpiano, la fatiga, la irritabilidad o los cambios de humor cuando no puede jugar.

• Reconocer el problema: éste es el primer paso del cambio, ya que es necesario reconocer que hay un problema con el juego para poder salir de él. Es importante ser honesto consigo mismo y buscar ayuda si es necesario.

• Buscar ayuda profesional: si el problema afecta a tu vida diaria y no puedes controlarla por ti mismo, hay que acudir a profesionales. Un terapeuta/psicólogo especializado en adicciones sin sustancia es primordial para proporcionarte diferentes herramientas y apoyo para poder superar el problema.

• Establecer límites: es importante establecer unas normas de cuándo y cuánto tiempo puedes jugar, e ir reduciéndolo poco a poco. Establecer un horario y cumplir con ello.

• Buscar apoyo: compartir tu problema y tus experiencias con tus seres queridos es importante, ya que pueden ayudarte a sentirte apoyado y comprendido.

• Buscar actividades alternativas de ocio saludable: hay que buscar actividades alternativas para ocupar ese tiempo que antes se pasaba jugando a los videojuegos. En este caso, realizar actividad física, practicar un hobby, leer o socializar con amigos, actividades que no tengan nada que ver con los videojuegos.